Desde antes de empezar a montar en moto me imaginaba con una moto deportiva rodando en algún circuito de carreras, ahí, pelando rodilla como los campeones. Tengo un amigo que me empezó a liar y…

Agradecimientos: www.motorgp.es , @enfoqueatres , @retratostamayo y @teamadnzero

 Y aunque hace ya unos 25 años que llevo motos, siempre me había dado reparo meterme con las mias propias… que tanto sudor nos cuesta pagar a todos. Me conozco, y sé que me monto, me enciendo y bufff…

En fin. En las típicas charletas con colegas moteros sobre estos temas, hablábamos de comprar una moto de 15ª mano y rodar con ella por turnos, pero, como buena conversación de cerveza en la mano, suelen quedarse en eso: ideas.

Esto es hasta que, hace poco, mi amigo y compañero Mamut, Tesho, accedió a dejarme probar su JapoBicho GSXR1-750 – una Suzuki GSXR-750 de 1998 con carenado de una Yamaha R1 de 2003. Un “engendro del demonio”- como la llama David, el director de esta web que estás leyendo- que ha sido desmontado y reconstruido para ser utilizado exclusivamente en circuito.

Revisada por mi mecánico favorito (el único mecánico al que confío el cuidado de mis motos), que es José Alonso Lombadía, de Motorracing (Valmojado) y puesta a punto para correr, organizamos un finde de rodadas en el circuito de Andalucía. El circuito de Andalucía está de hecho tan cerca del Circuito de Almería, que es realmente parte uno del otro. Tanto que de vez en cuando juntan los dos y lo llaman El Circuito de España; una animalada de circuito de unos 10Km. Pero en esta ocasión “sólo” rodamos en la parte del circuito de Andalucía.

LA PRIMERA VEZ EN CIRCUITO:   EL VIAJE
Ya sólo el viaje al circuito (y la organización, los días previos) fue toda una aventura en la que nos pasaron tantas cosas que llegamos a decir que, si nos pasaba una sola cosa más, cancelábamos el viaje entero. Cosas como que nos dimos cuenta que se nos habían olvidado las sillas plegables, las latas de gasolina, parte de las herramientas o un caballete. De hecho, finalmente, David tuvo que rodar en su R1 con la gasolina que tenía en el depósito, sin posibilidad de repostar, porque la llave se quedó olvidada en Madrid. ¡Menos mal que lo tenía lleno!

Por si fuera poco, el último colofón del viaje fue que, a apenas 5km del circuito con cayó una de niebla que tuvimos que reducir la velocidad a apenas 30-40Km/h por la escasa visibilidad. Y eso que estábamos llegando al punto neurálgico de todo el género del “spaguetti western”, donde se rodaron películas tan desérticas como “La muerte tenía un precio, “Hasta que llegó su Hora” y “El bueno, el feo y el malo” ¡Menos mal que no íbamos donde se rodó “Las nieves del Klimanjaro, que si no, no llegamos!”

En fin, desventuras aparte, el viaje estuvo plagado de conversaciones, planes y más de un tutorial verbal de cómo debe uno empezar a rodar por primera vez en un circuito. He de decir que si entré en circuito con confianza fue sobre todo por los sabios consejos de David, que tiene una amplísima experiencia en ello… incluso excesiva. Desde luego, su mayor consejo para la primera vez es que lo hiciese con mucho cuidado y cariño, y que la seguridad es lo primero.

LA PRIMERA VEZ EN CIRCUITO: LLEGAMOS A lA PISTA
Para compensar, lo mejor de todo fue que fuimos directamente al circuito, pues ahí no solo íbamos a dejar las motos preparadas para la rodada al día siguiente (es decir, con las presiones revisadas, los calentadores con temporizadores sobre los caballetes y la equipación preparada), sino que además teníamos ahí el alojamiento: unos bungalows que están dentro del propio recinto, ¡a unos 300m de los circuitos en sí! Un lujazo que solamente los habituales de los circuitos pueden valorar como se merece.

Lo mejor que tenemos en España es que vas a comer bien casi en cualquier punto del país, y los restaurantes cerca del circuito no son excepción. Así que tras una buena cena, nos retiramos a descansar del viaje y estar al 100% el día siguiente para rodar.

¿He mencionado el lujo de dormir en el propio circuito? Levantarse y vestirse ya con el mono, bajar  andando a la cafetería, justo enfrente de los bungalows, desayunar como un marqués y bajarse andando a los boxes… esto no tiene nombre. Y naturalmente sin tener que madrugar en exceso.

LA PRIMERA VEZ EN CIRCUITO: EMPEZAMOS
El briefing, algo obligatorio cuando entras al circuito y que esta vez pudimos aprovechar casi en exclusiva (lo bueno de rodar en temporada baja) terminó de aclararme las cosas que necesitaba saber: códigos de banderas (5: verde, amarilla, roja, negra y a cuadros), reglas básicas de comportamiento (preocúpate de respetar al que tienes delante y párate únicamente en los boxes), etc.

Me sentía saturadísimo de información mientras calentaban los neumáticos de la JapoBicho. Así que, con todo ya preparado, motor en marcha y sentado esperando para salir, decidí confiar en mis instintos y reducir el pensamiento a las nociones básicas necesarias para el pilotaje de la moto. Fuera quedó cualquier otro pensamiento que no fueran la pista, la moto y mis sensaciones sobre ella.



Las primeras vueltas transcurrieron con relativa calma, mientras yo y la Japobicho empezábamos a conocernos, pues no había tenido ocasión de probarla antes (recordad que está preparada exclusivamente para circuito) Además, tenía que aprender y memorizar el trazado dentro de lo posible, localizar las referencias de frenada, los ápices de las curvas, etc. Pero, sobre todo, para calmar los nervios de la excitación inicial.

De nuevo, la ventaja de hacer esto en temporada baja significa que podía rodar tranquilo y sin tener que pelearme con nadie. Lo malo, lógicamente, era la falta de referencias porque en una situación tan excitante como tu primera incursión en un circuito, siempre es bueno seguir una buena rueda, ¡y ahí todos tenían más experiencia que yo! No obstante, aproveché lo que pude y, al coincidir con varios de ellos en diversos puntos del circuito, pude ver cómo hacían las trazadas, a veces realmente extrañas si vienes de motos de calle y has rodado siempre en carretera. ¡A alguno incluso pude seguirle casi una vuelta entera!, jejeje.

LA PRIMERA VEZ EN CIRCUITO: DE LA CARRETERA A LA PISTA
Porque suena obvio decirlo, pero nada tiene que ver cómo se rueda en carretera a cómo se rueda en un circuito; no solamente porque en circuito tienes mucho más espacio, nadie te va a venir en contra y si te caes no vas a tocar nada, sino también que la forma de atacar las curvas es tan diferente, que si hicieras exactamente lo mismo en carretera, saliendo de Las Rozas no llegarías vivo a La Cruz Verde, o de Canet a Sant Celoni igual. Las curvas, en circuito, se atacan mucho más tarde y mucho más fuerte. La teoría de trazar la curva “fuera, dentro, fuera” toma otro sentido, que en algunas casi te tiras en ángulo recto… o esa es la sensación, claro.

Tampoco es igual cómo manejas la propia moto, que usarás los frenos con mucha más fuerza, pero con una gradación distinta, por la forma de entrar en las curvas. Y, por supuesto, poder acelerar a tope como se acelera al salir a la recta, vuelta tras vuelta, viviendo el chute de adrenalina de oír el motor bramar, el tirón de la potencia… incomparable y tan poco trasladable a estas palabras…

Cuando al llegar por la mañana te cuentan que vas a hacer tandas de 20 minutos y descansos de 40 entre ellas,  crees que se te harán cortas las tandas y largas las esperas “¡Si yo suelo hacer excursiones y rutas de horas y horas!”, me decía… pero te das cuenta de que esto es otra cosa. Tener que mover más de 200kg de moto para que haga lo que tú quieres, batirte con las fuerzas centrífugas, la de aceleración, frenada… y todo esto sin perder la concentración de aplicar cuanto sabes y aprender todo lo que puedas en cada curva. ¡Una verdadera bacanal de sensaciones, excitación y adrenalina! Los 20 minutos se alargan, sobre todo cuando el cansancio se acumula. Y las ganas de contar la experiencia, y volver a salir a probar los consejos y correcciones que acumulas en cada parada, hacen que los 40 minutos pasen en el mismo tiempo que las tandas en sí. Apenas daba tiempo a recordar rehidratarse y comer algo antes de tener que salir de nuevo.

Tienes que descolgarte más” me decían, cuando tienes la sensación que te has descolgado más que en toda tu vida. “Vas como un palo”, cuando terminas agotado de tanto bailar y moverte sobre la máquina. “Tienes que fijarte en las trazadas, estás entrando demasiado pronto”… Insisto, la diferencia de la carretera al circuito es tal que te conviertes de nuevo en un aprendiz, ¡De brujo!, porque todo te parece pura brujería ¿Cómo vas a tener que atacar la curva desde el punto más lejano posible para trazarla bien? ¿Cómo vas a tener que acelerar lamiendo el piano con la rodilla para salir hacia el siguiente ápice? Bueno, eso de la rodilla es lo que creía yo, ¡pero aún me faltaba un palmo para tocar!

Realmente la experiencia fue increíblemente satisfactoria y muy educativa, de las mejores y más excitantes que he tenido nunca.

LA PRIMERA VEZ EN CIRCUITO: AGOTADO, ¡Y FELIZ!

Terminamos a las 17:30, y recoger todos los trastos y subir las motos al remolque fue el trabajo más duro que recuerdo en mucho tiempo. Estaba tan agotado que simplemente empujar la moto para acercarla me costaba, ¡me dolía todo el cuerpo! El que diga que montar en moto no es un deporte… ¡ya os digo que no se ha visto en una rodada así en su vida!

Tanto era el agotamiento que, cenando en el Route 66, a 8,5Km del circuito, a eso de las 20h teníamos la sensación de que bordeábamos ya la medianoche. El restaurante, por cierto, es digno de visita, tanto por la auténtica decoración americana (guitarras eléctricas, rótulos luminosos, cuadros, fotos, parrillas de coches americanos… y cuatro cochazos americanos enormes aparcados delante) como por la comida (típica de diner americano, de calidad) y el ambiente. Devoramos la comida, hambrientos y completamente “zombies”.

El viaje de vuelta, de nuevo, estuvo plagado de repasos de la jornada e historias de la experiencia, y sonrisas satisfechas.

Pero, la verdad, aprendí mucho más en la segunda rodada en circuito porque ya estaba “sobre aviso” de cómo son estas batallas. Fue en el circuito del Jarama, aprovechando un evento de RGP, impartido por el equipo de Michel que, por cierto, también es colaborador de esta web.

Os lo contamos en la siguiente entrega. ¡Hasta pronto!