En nuestro anterior reportaje vimos que tipos de remolques hay, pero cuando lo tengas tendrás que subir la moto ¿Cómo lo puedes hacer? Aquí te lo explicamos.

Sin duda, subir la moto a un remolque es una de los grandes desafíos para todo motorista. De hecho, cuando vas al circuito te das cuenta de quién tiene de verdad experiencia o quien se ha acercado a “darse una vueltecita” por primera vez observando cómo sube y fija la moto al remolque… Algo que, por cierto, ya veremos en el siguiente reportaje de esta serie.

Pero bueno, centrémonos en cómo subir la moto. Lógicamente, la plataforma del remolque está a cierta altura. Por lo tanto, la moto tiene que subir ahí de alguna forma. En motos de campo muy ligeras, básicamente de trial, sí que se puede subir prácticamente a mano con más o menos ayuda (o sea, tú y tus amiguetes), pero con cualquier moto normal esto no es posible. Por lo tanto, hay que buscar alguna herramienta o complemento para poder hacerlo.

Lo primero es que el remolque esté bien fijo. Así, puedes tenerlo fijo a la bola del coche o, si hace mal tiempo fuera y tienes garage, si tienes freno estático, tira la palanca para que no se mueva. En el otro extremo se suelen instalar unos artilugios denominados “mozos” que son de altura regulable, como puedes ver en esta foto, y evitan que el remolque bascule mientras estás subiendo.

REMOLQUES DE ALTURA VARIABLE

Existen remolques en que, mediante un sistema (claramente heredado del mundo del deporte náutico) de poleas y trinquetes, puedes bajar la plataforma nivel del suelo, subir la moto a uno de los carriles, anclarla y volverlo a elevar al nivel necesario para poder rodar con todo enganchado al coche. Sin duda, esto es un grandísimo invento, pero estos remolques de altura variable son mucho más caros que uno descubierto convencional, y todo el sistema de elevación (bisagras, poleas, cables, etc.) requiere cierto mantenimiento. No obstante, es un grandísimo invento muy cómodo y, sin duda, su mayor problema es el precio… Y que no son fáciles de encontrar.

Hay una variante de este sistema que son las plataformas basculantes. Es decir, que por un sistema parecido de poleas la plataforma se inclina hasta tocar el suelo. De esta forma, la puedes subir pero con la plataforma inclinada, lo que es bastante incómodo. Personalmente, y por la que he probado, este sistema no me gusta especialmente si ha llovido porque subes acelerando o empujando, y parar la moto en la plataforma inclinada para poder cincharla más tarde, requiere mucha práctica.

RAMPAS

Sin duda, el sistema más habitual para subir la moto a un remolque es usar una rampa del tipo que sea. Lo más normal (porque es lo más barato y fácil de comprar) es un simple carril externo que colocas en el extremo de la plataforma y subes la moto por ella. En teoría es muy fácil, pero entre otras cosas, este carril o tienes que llevar de alguna forma que normalmente dentro del coche, algo nada útil por otro lado, no hay que olvidar que cuando subes la moto por este carril, siempre hay momento en que te encuentras en equilibrio. Además, hay gente que (para ahorrarse dinero) usa carriles antiguos, en no muy buen estado y muy estrechos, en los que las anchas ruedas traseras de las deportivas o custom no caben. Hay que cuidar especialmente el sistema de fijación, por lo que no sería la primera vez que, en plena subida, la rampa se mueve y la moto se cae… Y si al que está empujando no le cae encima, es una suerte.

Por lo tanto, en este caso lo ideal es tener una rampa de longitud suficiente (no tan corto que el ángulo con el remolque te arañe la parte inferior de la moto), con un buen sistema de anclaje tanto al suelo como a la misma plataforma del remolque (normalmente con uñetas o algún enganche), y lo ideal es poder tener 2: una para la moto y otro para el piloto que vaya sujetándola al lado mientras suben.

A este respecto, desde hace años ya existen rampas plegadas estilo tijera, que doblan su longitud y que además tienen normalmente superficie antideslizante. Además, después la puedes usar para otros remolques que vayas teniendo

Por otro lado, hay remolques que llevan una rampa incorporada. Algunos lo llevan fijado a la parte trasera del remolque plegado hacia arriba. De esa forma, cuando llegas al destino, se sueltan los anclajes que la tienen sujeta, la despliegas y puedes subir por ella. La gran ventaja en este caso es que tiene el mismo ancho del remolque, por lo que se puede subir al lado de la moto sujetándola sin peligro, y la gran desventaja es que tiene que estar bien construida para dejar pasar el aire a través de ella. Si no, aumenta muchísimo la resistencia aerodinámica, los consumos y turbulencias del remolque, que afectan (puede que mucho) al coche en marcha.

En cualquier caso, las mejores son aquellas que llevan la rampa escamoteada justo debajo de la plataforma del remolque. Para que no se salga lleva unos pestillos, y al llegar al destino, los quitas y sacas la rampa. De este modo, no se aumenta la resistencia aerodinámica, no incrementa el consumo ni nada, pero son relativamente caras de instalar y no todos los remolques lo admiten bien, entre otras cosas por la longitud que quede libre del extremo trasero del remolque a las ruedas, que puede ser muy corta.

REMOLQUES CUBIERTOS CON PORTÓN QUE HACE DE RAMPA

En cuanto los remolques cubiertos, de los que hablamos en el anterior reportaje, aparte del aumento de la capacidad de carga, la protección extra para que la moto no se moje y otros detalles, cuentan con una gran ventaja extra: el gran portón que lo cierra puede ser usado como una rampa con todo el ancho de la plataforma.

Efectivamente, los portones traseros se pueden abrir a un lado, hacia arriba o, lo que nos interesa, hacia abajo. De esta forma, tenemos una rampa ancha, segura y bien fijada para subir la moto. Por eso, si te compras un remolque cubierto, busca uno que tenga este tipo de puerta trasera. Os aseguro que es una de los detalles más cómodos que puedes encontrar si de verdad lo usas con frecuencia.

Y ahora llega el momento de saber qué hacer con la moto cuando ya la hemos subido. Es decir, fijarla bien para que no se mueva y, aún mucho menos, se caiga. ¡Eso lo dejamos para el próximo reportaje!