La Yamaha XV950 Racer pertenece claramente a toda la familia que podríamos llamar “retrotecnológica” que Yamaha ha creado con éxito con las Sport Heritage… pero su origen es muy diferente
En el 2013 Yamaha presentó una de las custom japonesas de los últimos años de las que guardo mejor recuerdo. La llamaron XV950 Bolt, donde el nombre es más bonito personal que la denominación técnica con letras y números habitual en los modelos nipones. Es una custom tipo “bobber” baja, estrecha, minimalista y preciosa, con una combinación motor-parte ciclo prácticamente perfecta. Era una rival natural de la Sporster, pero lo cierto es que no triunfó como debieran aquel momento. Por esos extraños designios del mercado, no se vendió como se merecía como buena custom que es… Porque se sigue vendiendo aunque sólo con el nombre técnico, y la denominación Bolt ha desaparecido. Además, en la web de la propia Yamaha ya no puedes encontrar segmento custom sino Hyper Naked, Sport Heritage, Supersport , Naked… ¡Lo que cambia el mercado!
Está claro que ahora gran parte de esas motos de estilo americano se han cambiado por las retro, vintage y todas sus variaciones, donde una de las más solicitadas (sobre todo en nuestro país, por tradición) son las Café Racer. Es decir, una moto de estilo clásico que se modifica más o menos profundamente para convertirla en una deportiva estilo años 60. Es decir, lo que todas las fábricas de motos hacían hasta que llegó la súper especialización con la llegada de los japoneses en los 70 y 80.
Claro que para hacer una buena café racer hace falta una buena base sobre la que trabajar, y os aseguró que aquella Bolt – ahora solo XV950- que probé hace unos años, lo era. Por eso, siguiendo la tendencia de la gama más exitosa de Yamaha como las Master of Torque y Heritage Sport, la fábrica ha desarrollado una de las motos más atractivas y que más gustan a la gente de las que he podido probar en los últimos años.
Y no sólo eso, sino que además nuestra unidad de pruebas no era la versión Racer normal, sino que además cuenta con la explosiva y estéticamente demoledora decoración tipo Yamaha América, la que el mismísimo Kenny Roberts lucía en sus 500 del Gran Premio ¡Ahí es nada!
Evolución Café Racer
Pero claro, nadie convierte una custom en una café racer sólo con una buena decoración (aunque ayuda mucho, no nos engañemos…), así que, ¿cómo ha cambiado aquella Bolt para convertirse en la Racer?
De momento, recordemos las características básicas de la XV. El chasis es un doble cuna de acero redondo y dentro de él disfrutamos de un motor V2 a 60º de 942 cm³ reales. Su potencia no es excesiva, como debe ser en este tipo de motos, y consigue 52 CV a 5500 rpm y un par máximo de 8,1 kg-m a 3.000 rpm. No es excesivo, desde luego, pero os aseguro que disfrutas cada uno de ellos y, básicamente, muy pocas veces o nunca echas en falta más potencia porque una Café Racer de este tipo simplemente no lo necesita… Y si crees que sí, es que te has equivocado al comprártela. Por cierto, este motor está perfectamente hecho y rematado, y con detalles como una voluminosa pero bonita caja del filtro a la derecha que demuestran la buena calidad de fabricación de Yamaha, incluso en modelos como este de buen precio y gran venta.
Otro excelente detalle es, la transmisión final es por correa, uno de los grandes inventos para moto de gran cilindrada unitaria (por eso se ha convertido en casi obligada en las mega custom) que rebaja el mantenimiento, suaviza el funcionamiento y reduce la fricción. Como detalle curioso que puedes ver en las fotos, os comentaré que en esta correa se podía ver grabado el logotipo y el nombre Star. Si, la de la familia custom de Yamaha.
Pero esta Racer tiene muchos más cambios. La ergonomía es totalmente diferente, puesto que el manillar elevado ha desaparecido y se ha cambiado por dos semi manillares rebajados y de menor diámetro que en la XV950/R. Concretamente el diámetro se queda en 22,2 mm, con lo que el agarre y el look sport mejoran, además de que se adelantan 156 mm y se rebajan 78. Como te imaginas, esto da como resultado una posición de conducción totalmente diferente y que te resulta extraña hasta que te acostumbras. Cuando me monté en ella por primera vez, vino mi memoria un recuerdo de hace mucho, mucho tiempo cuando un compañero del INEF me dejó probar su Guzzi Monza 500… y ahora que lo pienso quizá lo hizo para que yo le dejara probar mi CBR 600 Hurricane. El caso es que yo, acostumbrado a la Honda, me encontré sentado bajo, con las estriberas debajo de ti, con un depósito estrecho, un motor que no te permitía ajustar las rodillas al chasis, el tronco inclinado hacia delante y los semi manillares lejos… Todo muy diferente a lo que yo había conocido.
Envolviendo al faro redondo se ha colocado una minimalista cúpula tipo deportiva clásica que logra un conjunto precioso. Además, el único reloj central es circular, de estilo también clásico aunque dentro podamos ver mucha información (parciales, autonomía, hora) en una pequeña pantalla digital por la que podemos navegar presionando un pequeño botón (no es fácil presionarlo con guantes de invierno) situado en la piña derecha.
A todo esto hay que sumarle todo el “hardware” estético que toda Café Racer ha de llevar, como el colín monoplaza desmontable sobre el asiento trasero con los paneles laterales de aluminio simulando los portadorsales antiguos. Por cierto, el derecho se sitúa delante de la cerradura que permitiría abrir un cajetín lateral con herramientas… pero al que no podrás acceder a su vez no llevas una pequeña llave para desmontar esa placa lateral.
Si querías más, tienes más. Se le ha añadido algún pequeño complemento del coqueto y ya muy completo catálogo de piezas que Yamaha ha creado para sus Sport Heritage. En este caso, lo que más disfrutar a cualquier aficionado es el precioso escape Akrapovic 2 en 1 de sonido contundente, pero desde luego mucho más discreto (y legal) de lo que parece y muchos desearían.
¿Y quieres saber como va esta preciosa Yamaha cuando ruedas sobre ella? ¡Pues no te pìerdas la segunda parte de esta prueba!