Es verano, y los periodistas del motor tenemos la cabeza muy caliente. Quedé con mi amigo Javi Montero y dijimos “¿Y si nos vamos a la playa en un par de buenas custom?” Y eso hicimos.

Javi es compañero de profesión, aunque sobre todo se dedica a los coches, pero es un buen motero de pro. Se ha dado la vuelta a Europa en dos ruedas, y tiene una venerable Suzuki VStrom 650 curtida en mil batallas. No es la primera vez, ni mucho menos, que planeamos un viaje veraniego, pero la verdad es que la organización de este ha sido verdaderamente apresurada. Como tiene todos los componentes de un verdadero viaje fugaz “veraniego playero”, casi como el de Alfredo Landa en “El Puente” pero con elementos de “Easy Rider” con Peter Fonda, Jack Nicholson y Dennis Hooper (que por cierto era el director de la peli también), decidí que bien se merecía un reportaje.

¿Cómo empezó todo? Veamos: terraza veraniega, quedamos para tomar algo (frio, que hacía mucho calor) y comentamos lo mucho que nos apetecía y lo bien que estaría hacernos un viaje, aunque sea de solo unos días, a  la playa. La juerga nocturna, el mar y unas cuantas inmersiones de buceo no estarían nada mal.

Pero claro, lo suyo es aprovechar para hacer una buena prueba y disfrutar de un viaje a la playa como debe ser en verano: en dos buenas e impresionantes custom. Todo esto se mezclaba con la posibilidad de practicar uno de nuestro hobbies favoritos, el buceo, en Altea, donde está una de las bases de buceo habituales donde hacemos inmersiones durante el año. Se llama Celacanto, allí nos conocen, podemos alquilar todo el equipo (por lo que no hace falta que lo llevemos, que ocupa muchísimo) y tiene un entorno perfecto para poder pasarlo de muerte por las noches y hacernos algunas rutas moteras muy buenas por el día.

Bueno, y como muchos sabréis, Altea está justo al lado de Benidorm, uno de los destinos vacacionales por excelencia de toda Europa y parte del extranjero. Y de España, claro. Cierto que han convertido un precioso pueblo pesquero antiguo en una especie de Gotham lleno de ingleses y alemanes que, además, suelen estar borrachos por la noche, pero la marcha nunca falta y cuando queramos tranquilidad, nos volvemos a Altea que por eso vamos que está a 10 minutos.

Además, el dueño es mi amigo Paco Seguro (uno de esos tipos a los que recure la Guardia Civil cuando no sabe que hacer cuando tiene un problema en las profundidades, no os digo más), con su hijos Curro y la directora de la base su encantadora y adrenalínica Rebe… con la que llevo intentando ligar hace lustros y no me hace ni puñetero caso, ¡cosa que no comprendo porque estoy buenísimo y soy supermajete! A ver si yendo con la Indian la lio para darnos una vuelta…

Bueno, y en este momento Javi empieza a partir de risa con mis elucubraciones sobre unas vacaciones sobre las que aún no tenemos ni donde dormir. ¡A ver que hacemos!

Dicho y hecho ¿Cómo lo hacemos?

VIAJE A LA PLAYA CON INDIAN Y HARLEY: las únicas elecciones posibles

Desde luego, si quieres llevar unas custom “de verdad”, impresionantes y que, como dice mi amigo Carlos Eisman, “con que digas su nombre ya no tienes que explicar nada más: ni modelo, ni cilindradas, ni nada”, hay pocas opciones. Realmente dos: Indian y Harley Davidson.

Así, contacté con las jefas de prensa de ambas marcas ¿Qué modelo quería?, me preguntaron ambas. Bien, de Indian estaba disponible la preciosa Springfield Dark Horse, trufada de tecnología con llave inteligente, maletas, control de crucero (para un viaje es un gadget de los más útil) y por supuesto el mastodóntico motor Thunder Stroke  V2 de 111 pulgadas cúbicas.

En cristiano son “solamente”  1.811 cc con 386 kilos en canal  que te proporciona una ergonomía de sofá orejero perfecto para un viaje relajado y veraniego.

¿Y de Harley? Pues solicité la DeLuxe 107 pulgadas, o 1.745 cc si prefieres. Es el motor Big Twin Milwaukee Eight pequeño, porque el grande es de 114. Sin Comentarios. Su diseño es tan rotundo como esperas de una Harley de verdad, y cuenta con unas ruedas que huyen del gigantismo tan habitual en las megacustom con una trasera de 130 de ancho, con lo cual es bastante más ágil de lo que esperas. Además su color blanco contrasta perfectamente con el negro de su rival. Javi y yo vamos a parecer el Ángel y el Diablo.

¡Me pido el Ángel!

No declaran potencia, como es habitual en este segmento de americanas, pero yo sé que tienen 84 y 92 cv con montañas de par capaces de mover a una montaña si es necesario. Desde luego, más que suficientes para disfrutar de una buena ruta bajo el sol.

Fuimos  a buscarla montando la logística habitual en estos casos, lo que se lió porque además nos dimos cuenta de que ambas motos era monoplaza. O sea, que realmente vamos a afrontar  estas vacaciones  con algo así como un par de Bobber gigantes. Eso sí, hay que cuidar detalles como… ¿y con el equipaje, qué? Pues estamos salvados, porque la Springfield tiene un par de excelentes maletas que, por cierto, son bastante más grandes de lo que aparentan a simple vista. Eso sí,  pos diseño no cabe un casco en ninguna de ellas, como es habitual en las custom.

¿Y dónde dormimos? Pues por el socorrido sistema de visitar Booking urgentemente, encontramos unas buena habitaciones en el hotel Helios, en Benidorm, a un precio razonable sobre todo teniendo en cuenta que las necesitábamos “ya mismo”. ¡Y con opíparos desayunos incluidos!

Pues quedamos cerca de la salida de la carretera de Valencia, y desde allí nos montamos, metimos primera con el sonoro “clonck” de las gigantescas bielas encajando y nos dirigimos hacia el mar.

VIAJE A LA PLAYA CON INDIAN Y HARLEY: ya llegamos

Intentamos buscar la mayor parte del viaje por carreteras  si no secundarias, al menos evitando la autovía dentro de lo posible, que es una de las elecciones más aburridas que se pueden elegir cuando viajas en moto. Así, llegamos a Alicante y paramos en el paseo marítimo a tomar algo. En su momento viví allí dos años, y con una buena horchata enfrente del puerto muchos recuerdos volvieron a  mi memoria. Por supuesto, aprovechamos para intercambiar impresiones de la ruta, sorprendidos por cómo han luchado las fábricas por mantener el puro espíritu “custom” evitando gran parte de lo que menos nos suelen gustar como las vibraciones, la estabilidad y añadiendo ayudas electrónicas bien integradas. Incluso modelos tan grandiosos como la Harley DeLuxe casi parecen ágiles gracias a su buena combinación entre buen chasis, motor dosificable (recuerda que el 107 pulgadas, el “pequeño”) y ruedas relativamente estrechas.

Bueno, pues volvemos a las motos. Cogemos la nacional y unos 45 minutos más tarde pasábamos por delante de Gotham…digo, Benidorm, y poco más tarde llegamos a Altea. Por supuesto, pasamos antes por Celacanto para saludar a la gente y reservar las inmersiones que pudiésemos. Llegamos cuando volvía uno de sus barcos de dar un curso de iniciación, y rápidamente comenzó la habitual fase de bajar todas las botellas, meterlas en la base, coger los reguladores, los neoprenos… el caos habitual. Y con ellos, Rebe, que no tardó en informarnos de donde y cuando podíamos hacer inmersiones divertidas. Una de ellas, era, ¡esa misma tarde! O sea, que teníamos dos horas si queríamos hacerla.

Bueno, pues vuelta a Benidorm a registrarnos en el hotel, dejar todo el equipaje que llevábamos en las maletas y volvernos a toda prisa. Por cierto, tuvimos la gran suerte de que el Helios estaba justo a la salida de la carretera hacia Altea, por lo que no teníamos que callejear ni nada. ¡Si llegamos a buscar un hotel con esa situación, seguro que no lo encontramos!

Pues nada, llegamos, neopreno, montar el equipo, barco, buceo, vuelta, merendar algo, y a las motos de nuevo. Después de toda la paliza del día, la Indian me parecía más difícil de mover en parado… ¡el cansancio se nota!

Pues los siguientes días estuvieron trufados de fiesta por la noche, rutas por sitios como la Carrasqueta (puerto que no puedes obviar si quieres decir que has montado en moto por Alicante), visitas a los chiringuitos playeros y a los sitios de marcha nocturnos hasta que el cuerpo aguantaba. Realmente se notaba la impresión que causaban las Indian y la Harley, allá por donde iban o las aparcábamos. Muchas personas nos pedían  cada día fotografiarse con ellas, ¡y alguna turista que le diésemos una vuelta! Pero no puede ser, que no tienen asiento trasero. Bueno, si la hubiese comprado, desde luego se lo habría instalado.

Nos sorprendieron los moderados consumo de semejantes monstruos “american way of life”. Cierto que no te incitan a correr mucho ni a subirlas de vueltas, y casi a 2500 rpm ya estás rodando perfectamente, pero con todo y con eso 6-6´5 litros de media reales me parece irrisorio. No voy a decir cual, pero una megacustom 1500 hace unos años rondaba entre 12 y 15 litros, lo cual es una pasada, pero estas americanas pesan igual o más y la evolución de la tecnología logra estos milagros.

Fueron unos pocos días de verano y playa, clásicos y típicos como pocos, pero también fueron especiales gracias a la Indian Springfield y la Harley Davidson DeLuxe.

Habrá que repetirlo pero más tiempo, y a otro sitio ¿Ibiza, quizá? Mmmm…seguiremos informando.